El arte marcial bien entendido es aquel que pueda aportarnos un estado de armonía conformado por la eficacia técnica y la necesaria actitud para afrontar las situaciones en el estudio del Cambio . Este segundo aspecto mencionado se refiere al trabajo sobre el cultivo del valor, tan necesario para vivir dignamente y ver con la suficiente claridad en un momento de la humanidad en el que sobra confusión.
Puede ocurrirnos y tal vez en más de una ocasión, que
al igual que nos preguntan qué es lo que hacemos y por qué hacemos arte marcial, nos lo preguntemos también a nosotros mismos. Es en algunos de esos momentos en que uno tiene de reflexión , de solamente hacer la plancha para ver más claramente cómo seguir y qué camino tomar en el océano infinito de vivir.
Solamente desde la reflexión y trabajo interior puede uno valorar los beneficios que nos aporta el dominio de los cambios en la lucha y yendo a lo más simple, solo luchar. Porque si uno lucha es que está vivo y con voluntad para aprender y evolucionar en este tiempo que nos toca transitar y en el que solamente desde la lucha dejaremos alguna obra.
Nuestra forma de enseñanza de la lucha es la más simple y ardua a la vez, es la de la lucha con uno mismo, con los propios temores, inseguridades, miserias, en competencia consigo mismo, en resonancia con nuestra voz interior. Es la lucha del guerrero interior, es la autolucha, si se quiere, con la ayuda de una gran variedad de guerreros en plena autolucha y búsqueda de resoluciones múltiples.
Y esa lucha como objeto de análisis o ese luchar como acción a analizar también podemos empatronarlo en los estados del cambio, ya que a veces uno combate como punta de flecha, a veces como escudo, otras lucha solo y en ocasiones acompañado. Por momentos se combate confundido pero la creencia es el motor. Quizá nos ha pasado de luchar en vano por causas que sabemos de antemano que están perdidas, pero es el corazón el que conduce. Otras se lucha engañado hasta que uno se descubre con las orejas de burro cual dibujo animado, en otras oportunidades hemos luchado mancomunadamente con alegría y también con gran abnegación. Hemos gritado hasta no tener voz en la lucha, hemos sido bien o mal conducidos en la lucha, honestamente, pero también oscuramente. La lucha nos plantea tener que tomar decisiones permanentemente y hemos decidido con quién, para qué y con qué herramientas luchar… Pero si hay algo ue tenemos claro es que en mayor o menor medida todos hemos luchado. El punto es saber por qué y por quién uno lucha, cuál es nuestra misión y qué es lo que queremos para uno y para los demás.
Si hay algo valioso en el campo de la lucha es la libertad de acción y la capacidad decisoria, la inteligencia y el temple, la sapiencia y también el valor.
Podemos hacer el ejercicio de imaginar que ese trabajo de búsqueda interior, de autoconocimiento, de trabajo con uno mismo, es como una búsqueda del tesoro interior. Considerarlo como una luz en el tunel del egoísmo, como un arroyo en el fuego de nuestro orgullo, como una brisa en la pesadez de la ambición sin medida. Y luego imaginar ese contacto creer fuertemente en que podemos convertirnos en esa gran ayuda para otros, sin perder el punto clave para ese contacto que es el trabajo sobre la humildad.
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