Si los niños crecieran según lo que prometen, solo tendríamos genios.
-Bebé feliz es el que explora:
El deseo de explorar produce, desde el recién nacido, tal intensidad de atención, despierta tanto su deseo y su sed de conocer, que es para él, el poderoso factor de motivación que expone a la vista de los que lo rodean.
Las ciencias del conocimiento observan como el ser humano, desde que es parido -veinticuatro meses antes de finalizar su gestación-, se apodera del mundo que lo rodea desarrollando distintos tipos de inteligencia y el aprender de su relación con los objetos, de su lengua materna, de las matemáticas, de la ciencia .
Desde la cuna las crías humanas ponen en practica un conjunto de comportamientos científicos , piensan, sacan conclusiones, hacen predicciones, buscan explicaciones y hasta realizan experiencias .
Bebés y científicos , son los mejores aprendices imaginables. Después llegan al lenguaje y los “por qué”; modo de pedagogía investigativo que es el principio de la profesionalización del científico… un chico grande.
El cuestionamiento de los fenómenos naturales es la esencia de la práctica científica .
Frente a nuevas experiencias, los niños presentan ideas imaginadas o tomadas en diversas ocasiones de su pasado reconociendo, que el mundo existe, independientemente, de su voluntad y de la “voluntad de los objetos “.
A la inteligencia del conocimiento agrega la inteligencia emocional . Ignorar emotividad y afectividad en el aprendizaje hace a un lado a demasiadas inhibiciones por pasiones excesivas.
La adquisición de la competencia emocional, conciente de sí -centro de su empatía-, hace que resuelva conflictos y, esta cooperación dirige y devuelve el conocimiento.
De muy pequeño, en los primeros nueve de su gestación de treinta y tres meses, antes de ser parido, existe experiencia sensorial, a grandes rasgos, pero infinitamente variable en el detalle que descubrirá en el mundo.
La apropiación de la lengua materna es el proceso mayor y la más paradójica herramienta, por excelencia, de la individualización; detiene al mundo, va a romper la singularidad permitiendo la comunicación, identificación y acceso a la cultura humana acumulada y al arraigamiento de su entorno especifico geográfico, climático, familiar, social y religioso, y de su riqueza natural próxima.
Que nuestra mesa esté atenta a su curiosidad, entienda sus curiosidades, respete diversidades, personalidades y culturas porque la única forma de aprender ciencia es hacer ciencia. Para aprender, más vale amar y para amar se necesita atracción en vez de oponer prioridades surgidas de indicaciones de terceros.
-Aprendiendo en libertad, sin reprimir:
- Manos en libertad
El camino: 1) Las manos en las masas. 2) Las masas en el plato. 3) El plato en la mesa. 4) La mesa en el hogar: encuentro familiar de las comidas. 5) La libertad de las manos: continúa la incorporación cerebral de la primera, y principal, herramienta del conocimiento.
Los bebés observan un objeto o un fenómeno real, del mundo real cercano y sensible, y exploran sobre él.
Ubicado sobre el regazo materno, la primera observación es la mirada de su madre y, si el alumbramiento fue en el hogar, se refuerza con la mirada paterna y de allí el ordenamiento del aprendizaje dado por dos pares de ojos.
La cría: bebé sin exóticas vestimentas que lo limiten o manipulaciones que discontinúen su impresionante conocimiento adoptará, el recién nacido, la llamada posición del esgrimista mirando su ”mano espadachín” ubicada al alcance de su visión, manos que continúan cerrando y relacionando la visión con su movimiento, destinando hacia ellas la mayor proporción de neuronas de la corteza cerebral. De allí la importancia de proteger la posición de acostado boca arriba con sus manos a la vista , que a medida que desarrollen sus movimientos aumentarán su conocimientos a través, también, de introducirlas en su boca, otra mano dentro y cerca de sus cerebro, añadiendo placer oral al conocimiento .
-Niño feliz es el que explora:
Asiendo contra su palma primero y más adelante con sus pinzas digitales, introducirá en su boca los objetos a su alcance manual y visual para explorarlos. A medida que, en su lucha contra la gravedad, adquiera mayor libertad manual, que será totalizada en el deambular, de pie, llevando su exploración al mundo que lo rodea.
A los seis meses descubre su imagen reflejada en el espejo, el gesticular de su madre y en otras superficies especulares, se reconocerá a si mismo iniciando su camino a la personalidad desde su individualización en el mundo que lo rodea, cada vez más rico en objetos y más limitado en personas, en estos momentos iniciales y mundanos de familias reducidas, personas ejemplares de su protección y afectos que encontrará alrededor de la mesa.
Mesa: Superficie elevada de la tierra, sobre la misma tierra en culturas aborígenes y no tanto, que comen sobre el suelo o a poca distancia de ella, mesas orientales para comer en cuclillas, piernas plegadas en “loto” o arrodillados sobre talones, o a la mitad de la altura del ser humano; occidental de sillas y mesas, para comer sentados.
Sobre suelo y mesas, rodeando los objetos, entre ellos alimentos que introducen en su boca, directamente, con sus manos o prolongaciones de ellas, cubiertos occidentales, palitos orientales, panes árabes… tantos cubiertos como culturas existen. Los niños introducirán en su boca estos elementos-alimentos explorándolos, con las manos y la boca, agregando sabores al sabor intelectivo del alimento materno, los aromas y gustos de su cultura, que ingerirá masticando a medida que su desarrollo digestivo lo haga posible, a medida, desde esta exploración en libertad de la oferta cultural.
La relación de la manualidad, masticación y deglución acompañará el desarrollo de su lenguaje, mas allá de la mmm.. amamantoria. Lenguaje que completará, verbalmente, junto con la detención manual del mundo que circula, rápidamente, a su alrededor.
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